Que tu hijo dedique parte de su tiempo de ocio a jugar con su mascota hace que mejore su estado de ánimo y se sienta más feliz. Esto se debe a la segregación
de oxitocina, la hormona del amor que evita la depresión o el estrés.
Las familias que conviven con un perro suelen tener un carácter más social y extrovertido e incluso se ha comprobado que son un elemento clave en terapias psicológicas infantiles.
El apoyo de un animal es siempre incondicional. Además, convierten a las personas en seres más empáticos y sociables.
Más allá de salir a dar varios paseos al día, tener una mascota puede ayudar a realizar un ejercicio más intenso, ya sea pasar un rato en movimiento lanzándole cualquier objeto o realizar ejercicio
de manera intencionada; muchos dueños de perros encuentran en su mascota el compañero ideal para salir a correr.
Nuestra mascota puede ser el tema de conversación idóneo que nos permita romper el hielo cuando nos encontramos con gente que no conocemos demasiado, o en esas incómodas situaciones de silencio.
Además, puede ser el vínculo que nos permita conocer nuevos amigos y agrandar nuestro círculo social.